El ritmo de vida frenético que suelen llevar los acuarios les deja muy poco tiempo para practicar ejercicio y velar por su salud. De hecho los continuos estímulos que precisa su mente les impiden dispensar al cuerpo las atenciones que necesita.
La inactividad prolongada les provoca bajones de energía y problemas circulatorios. En invierno, las manos y los pies se les duermen y llegan a hinchárseles si no toman precauciones. No les conviene ni el calor extremo ni el frió intenso. Una dieta equilibrada y un programa de ejercicios les ayudarían a mantener la forma física.
Son muy resistentes, y no dejan que las dolencias menores alteren sus actividades. Cuando padecen una enfermedad grave, tienden a evitar la medicina convencional y recurrirán a métodos de curación alternativos que responden mejor a su personalidad y les dan buenos resultados.